viernes, 21 de noviembre de 2008

Día 52 Poesía 52

Poesía reflexiva

Amo ver las letras caer y si bien el amor expresado en ese sentido es un sentimiento súper trillado por culpa de muchas telenovelas que nos impulsan a amores platónicos pero mas por culpa nuestra quiero seguir usando ese verbo mas como podría limpiarlo de todas otras implicaciones y contrastes como podría salvarlo del vacío en el que lo hemos metido a fuerza de repetirlo infinitamente, la historia de una palabra agotada de sentido, creo sin embargo en la seriedad de algunas personas en lo que respecta a estas cuestiones, y no hablo de los lingüistas hablo de los poetas (que todos podemos ser si solo limpiamos un poco la percepción porque ser poeta es la inevitavilidad de lo que esta ahí afuera que nos propina patada tras patada hasta que escupimos de alguna manera una triste imitación, la bellaza puede o no ser importante pero mucho mas importante es la osadía la dignidad de cometer semejante hecho atroz de querer decir algo que mide mil dimensiones en un plano como puede ser una hoja) volviendo al amor ya no lo digamos hagámoslo perdamos esa palabra ganemos el sentimiento.
Insisto: perdamos la palabra ganemos el sentimiento. Hagamos haciendo.

1 comentario:

El arlequin dijo...

Amante de los versos,
unas cuantas palabas de amor.

Amar
amo, amas, ama, amamos, amais, aman
Amor, amor, amor, amor, amor, amor
amor amor amor amor amor amor
amor amo amo amo amo amo amo
amo amo amo am am am am am
am am am a a a a a a a
a a a a a
a a a a a a a am am am
am am am am am amo amo amo
amo amo amo amo amo amo amor
amor amor amor amor amor amor
amor, amor, amor, amor, amor, amor
aman, amais, amamos, ama, amas, amo, Amar.

Palabra que viene y va
se enconde trás camisas viejas
sorprende bajo las sábanas
espera un futuro majestuoso
sin rastros de un pasado glorioso.
Depurar lo amado del amor por amor
amor de mi vida no pidas eso,
amor no busques ciencia
donde solo hojas caen
amor no pidas comprensión
donde solo lluvias caen
amor solo amame un instante
y luego vete.

La puerta entreabierta sin fin
una silla y una mesita; una hoja y un lápiz,
mis ojos desorbitados
anclados en espirales tormentosos
viendo una hoja sartreana caer,
un huracán bendito de una brisa complaciente
acaricia pasionalmente mi pecho
con los dedos mojados tomo el lápiz
y con soltura bailo con él
desvistiéndolo en cada revelé
sientiendo su trazo firme
sus definidas líneas sagradas,
tuya en un dibujo impresionista
de dos personas jugando al amor
en una hoja que cae serenamente.